San José: el bailador de Dios | José Pedro Manglano

La vida del cristiano no se alimenta con verdades intelectuales, ni con principios morales, sino con un saber vivir atento a la gracia, bailando con Dios. Es una relación de fidelidad no de piedra, sino de fidelidad y solicitud: siempre joven, a la escucha, atenta, renovada, del día, alegre, libre. Y esto sí es contagioso. Ese fue el estilo que nos enseña José.

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Algunos aspectos concretos de la fe o de la vida cristiana, a la luz del Evangelio, conviene tratarlos de vez en cuando temáticamente. Darles vueltas de vez en cuando siempre ayuda a despertar los deseos de ser como Cristo en alguno de sus rasgos, o a recordar coordenadas imprescindibles en su seguimiento.