Mateo 23, 23-26

Reflexión diaria del Evangelio por el P. Luis Zazano - Ein Podcast von Misioneros Digitales Católicos

Mt 23, 23-26: La justicia 1) La hipocresía: Decía un pensador: “A mí me dan más miedo los mansos, los cobardes y los traidores, los hipócritas, los que dicen cosas que no piensan para quedar bien y encajar. Los críticos y los llorones que nunca son felices ni proporcionan felicidad. Los que dicen quererte y no te quieren, los que dicen estar contigo cuando en el fondo están contra ti. A esa gente no la quiero en mi vida. Yo prefiero a la gente que tiene el arrojo de ser auténtico, con sus fallos, sus defectos y sus sombras.” Es por ello por lo que hoy te pregunto: ¿Qué tipo de gente aceptas (no que quieras) a tu lado? 2) Ciego: Hay veces que uno reduce todo a lo afectivo y se olvida de todo lo que tiene. Por ejemplo, uno no tiene pareja y dice “estoy solo o esoy sola”. Cuando en realidad no estás solo o sola, es que no tenés pareja. Pero, como te encegueces y lo reducís todo a eso, te olvidas de que tenés otras cosas: trabajo, compañeros de trabajo, amigos, padres, hermanos, sobrinos, emprendimientos, un montón de cosas. Pero, sin embargo, como no estás en pareja decís: “estoy solo o sola”. Claro, se muestra aquí el rol afectivo que tiene la pareja en vos. Es casi como obligatorio que tenés que tener pareja, porque la sociedad te obliga a eso muchas veces. Si no, sos raro o extraño. Entonces te encegueces y te olvidas de un montón de cosas. Pero también hay gente que solo tiene pareja que lo absorbe todo el tiempo. No tiene amigos, no ve a su familia, no trabaja y solo tiene esa pareja y parece que no se siente solo por el solo hecho de que tiene pareja. La ceguera hay veces que solo te la producís vos. 3) Codicia: Hay veces que tenemos la búsqueda de querer tenerlo todo. Y la codicia lleva a la envidia, porque es buscar tener desenfrenadamente algo o alguien. El tema es que la codicia lleva a la envidia y la envidia con la codicia puede llevarte a la obsesión. Y cuando uno está obsesionado con alguien o con algo no busca tan solo tenerlo y retenerlo, sino también someterlo. Y ahí es peligroso. Por eso la clave es recordar que el punto medio de las cosas y el equilibrio alivian y liberan. Los extremos, incluso hasta religiosos, matan y asfixian. Algo bueno está por venir.

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