Hablando del enfado y de la ira

Psicología para ir tirando - Ein Podcast von Nacho Coller Porta

Pisar una mierda; que te adelanten por la derecha; que en una autopista de tres carriles te encuentres a un tipo que va a 80 Km justo por el centro; que alguien ocupe el asiento reservado del transporte público y no se levante al entrar una embarazada; enterarte de que la nueva novia de tu ex reúne las cualidades que justamente él detestaba; que te acusen en público de algo que tú no has hecho; ver cómo se aprovechan de alguien que tiene dificultades; presenciar en una reunión de trabajo cómo tu jefe se atribuye una idea genial que tú le contaste… Ira: emoción básica que surge especialmente cuando nos ponemos manos al volante. Rabia, furia, cólera, perder los estribos, perder los nervios y los papeles, enojo, explotar. En el mundo infantil: berrinche, rabietas y pataletas. Dos tipos de ira, dos. La ira adecuada sería aquella emoción que nos surge ante situaciones amenazantes que son reales: un accidente de tráfico, recibir una agresión por parte de otro, el ataque de un animal, que tú o tu familia estéis en peligro… Esa ira es adaptativa y beneficiosa. Nos puede salvar la vida. Sin embargo, la ira inadecuada es una emoción ante una amenaza difusa (mecanismo muy similar al de ansiedad), es decir, cuando hay una reacción desmedida ante la situación en sí: que tu pareja te diga algo que te molesta, un pequeño conflicto en el trabajo… Esa ira es desadaptativa y genera conflictos gratuitos. En las parejas arrasa con el amor y con el compromiso. Molestia – Frustración – Enfado – Ira Me encuentro con algo que me molesta (hay miles de cosas: que alguien no ceda el asiento a un anciano con muletas; que alguien se cuele en una cola; el típico pesado que no para de hablar en el cine). Entonces, como no me gusta lo que veo, me llego a frustrar y aparecen pensamientos del estilo: esto no debería pasar, es muy injusto, qué se habrá creído, de qué coño va. Y a continuación aparece el enfado, junto a más pensamientos que incluso provocan que éste crezca en aumento e intensidad: “Siempre igual, me cago en tó, joder, su puta madre, por qué a mí…”. Llegados a este punto, todavía puedo corregir y gestionar la emoción, dado que el enfado no me impide funcionar, no me bloquea. Pero como no ponga freno, empiece a respirar fuerte y además siga diciéndome cosas negativas, aparecerá el ataque, la explosión: “Senyor pirotècnic, pot començar la mascletà”. ¿Quién es el responsable de la ira? ¿Qué pasa en tu cuerpo y en tu mente? Recuerda que el principal responsable de lo que sucede en tu azotea eres tú y tu estilo de pensamiento. No es tu vecino, ni tu pareja, ni el conductor desnudo con peluca roja que conduce a 80 Km/h por el centro de la calzada. Ese discurso de: “Esto no debería suceder“, “Es horrible, siempre igual“, “¿Qué se ha creído?“, “Se va a enterar“, “Será cabrón”, “¿De qué va?”… Todo esto lo creas tú. Mejor dicho, nace desde tu lado oscuro de la fuerza, ¿verdad Darth? Hay personas que tienen la costumbre de echar balones fuera y culpar a los demás de sus desgracias. Tranquilo, “errar es de humanos, pero echarle la culpa a los demás es más humano todavía”. Charles Chaplin dixit. En psicología este fenómeno se llama Locus de Control Externo. Así que lo siento: tanto en la vida como en tus reacciones, eres tú quien enciende la mecha. Y si se enciende, puedes aprender a apagarla; incluso puedes optar por tener una mecha más larga y sin bisturí.

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