Leyendas y accidentes detrás del origen de Kellogg's
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La centenaria compañía agroalimentaria Kellogg ha anunciado su escisión en tres empresas cotizadas, que operarán de manera independiente. Una incluirá las marcas relacionadas con los cereales y aperitivos en los mercados internacionales; otra acoge las enseñas más implantadas en Estados Unidos y Canadá; y la tercera agrupa los productos vegetarianos.Este es el último movimiento estratégico de una empresa que ha logrado convertirse en líder mundial, solo igualada por el gigante Nestlé. Una empresa que lleva desde su nacimiento, a principios del pasado siglo, tomando decisiones arriesgadas que le han llevado hasta su posición actual.Para entender el origen de la compañía hay que irse aún más atrás en el tiempo, a los años 80 del siglo XIX. Al seno de la familia Kellogg. John Harvey, el mayor de los hermanos, destacó desde muy pequeño por su inteligencia, estudió medicina, y ocupó un cargo destacado en el sanatorio The San, en Battle Creek, Michigan. Allí aprovechó su posición para contratar a su hermano Will, para el ala comercial de la institución, tras fracasar este en el negocio de escobas familiar. Su relación siempre fue complicada, marcada por una fuerte rivalidad, y por las constantes humillaciones del hermano mayor.En el sanatorio la relación no era mejor. John seguía menospreciando a su hermano menor constantemente, tratándolo como un lacayo. Pero fue gracias a una de estas tareas de poco valor que John le encalomaba a su hermano de las que surgieron los famosos cereales de desayuno.Era una época en la que empezaba a darse importancia a la nutrición y al cuidado de la alimentación. Una de las principales labores de John, y la que le dieron gran prestigio, era el desarrollo de dietas más saludables y fáciles de digerir. Tan talentoso era en su campo, que al complejo no solo acudían pacientes, sino también personalidades de la época, como Thomas Edison o Henry Ford, que trataban de mejorar su salud.Con una alimentación basada en alimentos de origen animal y muy grasos, en The San apostaban por algo más ligero. John, con la ayuda de su hermano, dedicaba mucho tiempo a investigar e innovar en alimentos más saludables, y que además tuvieran un sabor atractivo para los pacientes. Y los cereales jugaban un papel fundamental, ya que eran fáciles de digerir.Y aquí es donde se mezclan la realidad y las leyendas. La primera cuenta que na mañana en la que ambos hermanos estaban trabajando con trigo hervido, fueron requeridos para una urgencia. Desatendieron la cocina, lo que provocó que las láminas con las que estaban trabajando se secaran y se pusiesen durísimas. Intentan pasarlas por el rodillo para tratar de ablandarlas, y se parten en pequeños trozos. Quedaba poco tiempo para el desayuno y tenían que improvisar algo para que los pacientes pudiesen alimentarse.Solo tenían miles de trozos de copos aplastados, y muy duros. ¿Qué podían hacer? A la desesperada, deciden hornear estas pequeñas piezas, que quedaron muy crujientes, y servirlas con un vaso de leche que permitiera ablandarlas.Hay una segunda leyenda, más morbosa pero también más difícil de creer. John, perteneciente a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, era profundamente religioso. Una de sus principales cruzadas era contra el sexo en general, y contra la masturbación en concreto. Creía que esta práctica era responsable de hasta 39 enfermedades, y que provocaba daño físico, psíquico y moral.En su lucha contra los deseos sexuales -los ajenos y los propios, pues cuentan que ni siquiera llegó a consumar su matrimonio en los 40 años que duró-, la alimentación jugaba un papel clave. Creó una lista de comidas que podríamos llamar antiafrodisiacas. Para el doctor, cuanto menos sabor tuviera la comida y menor elaboración, más hacía por reducir el apetito sexual, y por lo tanto, más saludable se podía considerar.Y ahí entran en juego los cereales. Un...