El éxito de Heraclio Fournier, el 'rey de oros' de los naipes
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Pocos sectores económicos pueden presumir de tener a una empresa española entre las líderes mundiales de manera indiscutible. Hablamos de la industria de los naipes, de las cartas de juego. La compañía que domina el negocio produce a diario más de 15.000 barajas que se reparten a lo largo y ancho de más de 70 países de los cinco continentes. La firma se ha convertido en la proveedora homologada de todos los mercados internacionales de salas de juego y fabrica naipes para casinos, tanto de papel como de plástico. Su artífice era burgalés y su nombre, a buen seguro, es conocido por todos: Heraclio Fournier. Esta es su historia. El verdadero origen de los naipes sigue siendo un misterio, pero muchas investigaciones apuntan a que llegaron a Europa, a este lado del mundo, desde China, en el siglo XIV, a través de la famosa Ruta de la Seda. Se dice que, en un principio, eran utilizados por sus creadores para intentar predecir el futuro y que fueron estos los que ya dividieron la baraja en cuatro palos. Estos estaban identificados con los cuatro elementos de la naturaleza: la tierra, el aire, el agua y el fuego. Pues bien, seguro que hay quien aún no sabe que, a este lado del globo, y varios siglos después, sería un español el que acabaría colándose de lleno en la cultura popular, dentro y fuera del territorio nacional, a través de los juegos de cartas. Como decíamos, su nombre es Heraclio Fournier y su éxito no hubiese sido posible sin la existencia de su abuelo. Este, Francisco Fournier, fue un impresor francés que huyó de la convulsa Francia prerrevolucionaria para, en 1785, instalarse en la provincia de Burgos. Un siglo después, en 1870, su nieto Heraclio se casó con Nieves Partearroyo, con la cual acabó teniendo cuatro hijas. Para entonces, el negocio familiar estaba centrado en las litografías y el éxito de los Fournier llevó a la empresa a una ampliación que produjo, primero, una diversificación del negocio hacia la producción de naipes y, más tarde, el traslado de toda la familia y la compañía a Vitoria. En la capital vasca, Fournier desarrolló sus primeros trabajos de impresión. Sucedió en un taller de la Plaza de España que actualmente ocupa la conocida Librería el Globo. Allí, Heraclio se centró en la venta de objetos de escritorio, tarjetas y todo tipo de impresiones. Enseguida, el negocio creció, el taller comenzó a quedarse pequeño, y Fournier se vio obligado a mudarse a otras instalaciones con más capacidad. Desde el primer momento, la empresa destacó por sus innovadores métodos de impresión, destacados por muchos en la época. El punto de inflexión llegaría cuando, en 1877, Heraclio encargó a Emilio Soubrier, un profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria, y al pintor Ignacio Díaz, el diseño de una baraja de cartas. Este fue, sin duda, el antes y el después en la historia de la empresa, ya que aquellos naipes fueron los que precedieron a la actual baraja española. Con el paso de los años, numerosas innovaciones técnicas fueron implementándose en el ámbito de la impresión. Así, en 1880, mientras en Europa se encolaba la producción papelera a través del uso de maquinaria, Fournier decide dar un paso más allá y lanzar al mercado un tipo de naipe de una sola cara, recubierto de un barniz que le otorgaba un tono amarfilado. El negocio estaba ya en pleno apogeo y, siete años después, Fournier pudo inaugurar una fábrica propia en la capital alavesa. De este modo, había hecho realidad su gran sueño.Uno de los primeros desafíos que quiso acometer fue el de la creación de las barajas litográficas de doce colores, algo que logró una gran repercusión dentro y fuera de nuestras fronteras. Fournier recibió varios premios en España y en el extranjero por su gran innovación y creatividad en las técnicas para el diseño y la impresión. En 1884, se le otorga la medalla al diseño en la Exposición provincial de Álava y el premio en la Exposición de Fomento...