Carta de América Scarfó (Alita Núñez)
Epistolar - Ein Podcast von Antología de lo íntimo - Mittwochs
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Los anarquistas América Scarfó y Severino Di Giovanni vivieron una de las historias de amor más apasionantes de la historia argentina. Un vínculo que se plasmó en un epistolario hermosísimo. Quedó trunco porque él fue asesinado en 1931 por la horda fusiladora del dictador José Félix Uriburu. Esta carta fue escrita por Scarfó cuando tenía 16 años. Está dirigida al también anarquista Emile Armand. Le cuenta de su nuevo amor, habla de una relación enturbiada, de la crítica de los compañeros y del amor libre. Una bella carta de amor. Pero también el acta de una anarquista que oficializa y hace público sus sentimientos. Lee la actriz Alita Núñez. ****** Buenos Aires, 3 de diciembre de 1928 Querido camarada: El motivo de la presente es, principalmente, consultarlo. Mi caso pertenece al orden amoroso. Soy una joven estudiante que cree en la vida nueva. Deseo para todos lo que deseo para mí: la libertad de actuar, de amar, de pensar. Es decir, la anarquía para toda la humanidad. Creo que para alcanzarla debemos hacer la revolución social. Pero también soy de la opinión que para llegar a esa revolución es necesario liberarse de toda clase de prejuicios, convencionalismos, falsedades morales y códigos absurdos. En espera de que estalle la gran revolución, debemos cumplir esa obra en todas nuestras acciones. En el amor, por ejemplo, no aguardaremos la revolución. Y nos uniremos libremente, despreciando los prejuicios, las barreras y las mentiras que se nos oponen como obstáculos. He conocido a un hombre, un camarada de ideas. Según las leyes burguesas, él está ‘casado’. Se ha unido a una mujer como consecuencia de una circunstancia pueril, sin amor. En ese momento no conocía nuestras ideas. El vivió con esa mujer varios años y nacieron hijos. Al vivir junto a ella, no experimentó la satisfacción que hubiera sentido con un ser amado. La vida se volvió fastidiosa, el único medio que los unía eran los niños. Todavía adolescente, ese hombre toma conocimiento con nuestras ideas y nace en él una conciencia. Se convierte en un valiente militante. Se consagra con ardor y con inteligencia a la propaganda. Todo su amor no dirigido a una persona lo ofrenda a su ideal. En el hogar, mientras tanto, la vida continúa con su monotonía. Ocurrió que las circunstancias nos hicieron encontrar al principio como compañeros de ideas. Nos hablamos, simpatizamos y aprendimos a conocernos. Así fue naciendo nuestro amor. Creímos que sería imposible. Cada uno continuó viviendo entre la duda y el amor. El destino –o el amor– hizo lo demás. Abrimos nuestros corazones, y nuestro amor y nuestra felicidad comenzaron a entonar su canción en medio de la lucha y del ideal. Y nuestros ojos, nuestros labios, nuestros corazones se expresaron en la conjuración mágica de un primer beso. Nosotros idealizamos el amor pero llevándolo a la realidad. El amor libre que no conoce barreras ni obstáculos. Esa fuerza creadora que transporta a dos seres por un camino florido, tapizado de rosas –y algunas veces de espinas– pero donde se encuentra siempre la felicidad. ¿Es que acaso todo el universo no se convierte en un edén cuando dos seres se aman? Hasta este momento, a decir verdad, hemos vivido una verdadera novela. Nuestro amor se intensificó cada vez más. No podemos vivir completamente en común dada la situación política de mi amigo y el hecho de que debo terminar con mis estudios. Nos encontramos muy seguido en diversos lugares. ¿No es acaso ésa la mejor manera de sublimar el amor alejándolo de las preocupaciones de la vida doméstica? Aunque estoy segura que cuando existe el verdadero amor, lo más bello es el vivir juntos. Seguir leyendo.