Ayúdame, oh Señor Dios mío. Salmos 109:26-27

Descansando en Dios - Ein Podcast von Francisco Atencio

431- Sal 109: 26-27 - Ayúdame, oh Señor Dios mío. Ayúdame, Jehová Dios mío; sálvame conforme a tu misericordia. Y entiendan que esta es tu mano; que tú, Jehová, has hecho esto.   Este es otro salmo imprecatorio, un llamado para que Dios juzgue al malvado. David no tomaba la venganza en sus manos, sino que pedía que Dios acelerara su promesa de juicio sobre los impíos. Las palabras de David describen el destino final de todos los enemigos de Dios. David responde aquí a aquellos que han lanzado un violento ataque verbal de falsas acusaciones contra él (Sal 109:2-3, 20). Este salmo se considera mesiánico, por cuanto Hch 1:20 cita el Sal 109:8 con referencia al castigo de Judas Iscariote por haber traicionado a Cristo al igual que los Sal 41:9; 69:25. David cambia de posición con sus enemigos al pasar de ser el acusado en el tribunal humano a ser el acusador o fiscal ante el tribunal de Dios.   I. La petición del demandante (Sal 109:1-5). “Oh Dios de mi alabanza, no calles; porque boca de impío y boca de engañador se han abierto contra mí; han hablado de mí con lengua mentirosa; con palabras de odio me han rodeado, y pelearon contra mí sin causa.” (Sal 109:1-3). El Salmo empieza y termina con alabanza. Mi alabanza indica que el salmista tiene comunión con Dios. Se queja de los que se oponen que son el impío y el engañador. Le atacan fuertemente y con la boca. “En pago de mi amor me han sido adversarios; mas yo oraba. Me devuelven mal por bien, y odio por amor.”(Sal 109:4-5). Solo mediante la fortaleza de Dios seremos capaces de seguir el ejemplo de David. Jesucristo enseña, “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” (Mt 5:44-45). David no  toma la venganza en sus manos sino que ora por sus enemigos. “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. (Ro 12:19-21). II. El castigo solicitado (Sal 109:6-20). El Señor Jesús puede hablar aquí como Juez, dictando sentencia contra algunos de sus enemigos para advertencia de otros. Cuando los hombres rechazan la salvación de Cristo hasta sus oraciones se cuentan entre sus pecados. Esta es la sección imprecatoria más larga de los Salmos. “Pon sobre él al impío, y Satanás esté a su diestra. Cuando fuere juzgado, salga culpable; y su oración sea para pecado. Sean sus días pocos; tome otro su oficio.” (Sal 109:6-8). El salmista ora para que Dios juzgue a estos enemigos. En Hch 1:20, el apóstol Pedro combina parte del Sal 109:8 con parte del Sal 69:25 y la ve como profecía de Judas Iscariote por la traición a Jesús. El malo perderá su largura de vida y su oficio, en el v. 8; y en el v. 11, perderá su propiedad. En ls vv. 11-19 siguen hablando de la inseguridad de la vida del que se aparta de Dios. Cierra este pasaje esperando que Dios haga juicio contra los enemigos. “Sea este el pago de parte de Jehová a los que me calumnian, y a los que hablan mal contra mi alma.”(Sal 109:20). III. La petición de que se haga justicia (Sal 109:21-29). “Y tú, Jehová, Señor mío, favoréceme por amor de tu nombre; líbrame, porque tu misericordia es buena. Porque yo estoy afligido y necesitado, y mi corazón está herido dentro de mí.” (Sal 109:21-22). "por amor de tu nombre" significa: "de acuerdo a tu carácter". El salmista acepta su condición de pobre; se humilla delante de Dios; sabe que Dios tiene compasión del necesitado. “Yo he sido para ellos objeto de oprobio; me miraban, y burlándose meneaban su cabeza.” (Sal 109:25).