924 - Salmos. Hazme invisible del enemigo. Sal 64:1-2
Descansando en Dios - Ein Podcast von Francisco Atencio

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924 – Sal 64:1-2 – Salmos. Hazme invisible del enemigo. Escucha, oh Dios, la voz de mi queja; guarda mi vida del temor del enemigo. Escóndeme del consejo secreto de los malignos, de la conspiración de los que hacen iniquidad, Este salmo muestra la naturaleza perversa de muchas acciones humanas. El salmista confía en Dios quien acabará rápidamente con los malignos. El mal puede llegar en forma de conspiración secreta o de emboscada (Sal 64:1, 4) debido a que Satanás quiere sorprendernos desapercibidos. Nos tienta en nuestros puntos más débiles cuando menos lo esperamos. Pero Dios mismo derribará a nuestros enemigos (Sal 64:7), sean físicos o espirituales. La maldad está muy extendida y nos afecta en muchas formas, pero la victoria final ya pertenece a Dios y a quienes confían y creen en Él. Estemos apercibidos “para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.” (2Co 2:11). Otros salmos de protección contra el enemigo son los Salmos 3, 5, 7, 11, 26, 28, 36, 52, 54, 57, 61, 62, 63, 71, 77, 86, 139 y 140. 1. Clamor por protección. (Sal 64:1-2). “Escucha, oh Dios, la voz de mi queja; guarda mi vida del temor del enemigo.” (Sal 64:1). Escucha oh Dios. A Dios le complace escuchar la voz de sus hijos. El salmista clama con fervor. Oración aquí también significa “queja”. Guarda y escóndeme indican que el salmista estaba en peligro. Miedo también puede traducirse “amenaza”, aunque más acertada es “miedo”. El temor frena la vida del creyente; el salmista pide liberación de ello. Lo que sigue indica las razones para este temor. Si uno mira sólo la maldad y el poder de los enemigos, tendrá temor; pero los versos del Sal 64:7-10 presentan la salida: la confianza y seguridad en Dios. “Escóndeme del consejo secreto de los malignos, de la conspiración de los que hacen iniquidad,” (Sal 64:2). Los enemigos son engañosos y tumultuosos. Hay un juego de palabras con escóndeme y a escondidas (Sal 64:4); Sólo Dios puede escondernos de estos ataques que maquinan, planifican a escondidas en lo secreto. “He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros.” (Is 49:16). “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.” (1Pe 5:8-9). 2. Descripción de los malos (Sal 64:3-6). Las armas que más usan los enemigos son las palabras; esto es cierto tanto de los enemigos físicos como de los espirituales. “Que afilan como espada su lengua; lanzan cual saeta suya, palabra amarga, para asaetear a escondidas al íntegro; de repente lo asaetean, y no temen.“ (Sal 64:3-4). El salmista sugiere poderes malignos detrás de los enemigos humanos: Sus lenguas son espadas y sus palabras son flecha. Los enemigos se esconden para poder caer de sorpresa (De repente) sobre su víctima; también el castigo de Dios cae de repente sobre ellos “Mas Dios los herirá con saeta; de repente serán sus plagas.” (Sal 64:7). No temen indica su actitud de autosuficiencia y soberbia. “Enmudezcan los labios mentirosos, que hablan contra el justo cosas duras con soberbia y menosprecio.” (Sal 31:18). “Obstinados en su inicuo designio, tratan de esconder los lazos, y dicen: ¿Quién los ha de ver? … hacen una investigación exacta;” (Sal 64:5-6). Los malignos se apoyan uno al otro en su perverso designio. Creen que serán impunes porque no creen en la intervención de Dios en la vida humana, pero Dios afirma “Al que solapadamente infama a su prójimo, yo lo destruiré; no sufriré al de ojos altaneros y de corazón vanidoso.” (Sal 101:5).