1389. Intolerancias alimentarias y suplementación.

La fructosa es un azúcar simple, un monosacárido, que se absorbe en el intestino delgado por un mecanismo llamado difusión facilitada, es decir, su absorción no necesita energía, ni enzimas, pero SÍ un transportador llamado GLUT 5. Si la fructosa, como sucede en cualquier azúcar, no se absorbe al llegar al colon, la microbiota fermenta los azúcares provocando toda la sintomatología asociada a una intolerancia alimentaria: distensión abdominal, dolor tipo cólico, meteorismo, heces explosivas… Algunos pacientes pueden presentar náuseas con vómitos, cefaleas y en ocasiones incluso puede agravar el estreñimiento (sobre todo en aquellos pacientes que tienen una flora intestinal que produce de forma predominante gas metano).Hay que tener en cuenta que tanto el grado de malabsorción (que depende del déficit de enzima transportadora y de la mezcla de azúcares en la luz intestinal) como el grado de intolerancia (que depende de la sensibilidad intestinal) es variable de unos pacientes a otros y no siempre van relacionados. Así por ejemplo, pacientes con elevada sensibilidad intestinal (como ocurre en el síndrome de intestino irritable) suelen tener muchos síntomas aunque su grado de malabsorción no sea muy alto y también puede ocurrir todo lo contrario, es decir que se tenga una franca malabsorción de fructosa y/o sorbitol pero que ésta provoque escasos síntomas.El sorbitol es un glucitol, un alcohol azúcar que se encuentra de forma natural en las algas rojas y en las hojas y frutos como peras, manzanas, ciruelas, membrillos, melocotones y otros duraznos como los albaricoques. Se suele usar como edulcorante, espesante y humectante, destacando su alta capacidad de endulzar aportando pocas calorías. Por lo tanto, es fácil encontrarlo en productos de dietética, zumos comerciales, medicamentos, chicles y gominolas, bollería industrial, galletas, pasta de dientes…La malabsorción de sorbitol, como la de la fructosa, se produce también por un déficit del transportador intestinal específico. No obstante, incluso en la personas sin este déficit, sólo se puede absorber una cantidad limitada de este azúcar, aproximadamente unos 20-25 gramos, por lo que en personas sanas superar este margen puede producir también síntomas.El test de Hidrógeno espirado se puede considerar como la mejor prueba para el diagnóstico. Esta exploración es un test funcional ya que el papel de médico de digestivo en colaboración con un personal de enfermería entrenado es fundamental, no solo a la hora de evaluar la gravedad de la malabsorción sino también a la hora de valorar los síntomas que esta produce, lo que permitirá finalmente establecer un diagnóstico y dieta adecuada.

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