'Vida de Guastavino y Guastavino', de Andrés Barba

Guastavino no era arquitecto, era constructor, y se valió de las fórmulas que había conocido en la construcción tradicional (con orígenes romano, árabe y medieval). El Museo Smithsonian de Washington, la Grand Central Station de Nueva York o la Catedral de San Juan, también en Nueva York, son parte de su legado. Aunque el padre se lleva la fama, fue el hijo, también llamado Rafael, quien ejecutó buena parte de los proyectos por los que fue conocida la empresa familiar. Otro de los elementos que sustentaron el éxito de la empresa fue la utilización del cemento Portland. Ese éxito perduró hasta que el hormigón se convirtió en el rey de los materiales de construcción. Las vidas de padre e hijo fueron muy ajetreadas. El padre, tras "dar el braguetazo" en Barcelona, estafó unos 40 mil dólares para poder iniciar la aventura americana. Dejó en España mujer y tres hijos (que se trasladaron a Argentina) y se mudó al Nuevo Continente en compañía de su hijo pequeño, su amante y las dos hijas de esta.

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